Bangladesh es uno de los países más singulares del mundo. Situado en el sur de Asia, en una de las partes más fértiles del delta del Ganges, ha destacado siempre por sus canales y su vegetación. Su capital, Daca, es un centro de negocios importante, pero el país está lejos de convertirse en una potencia como Singapur o la India. Soberano e independiente desde 1971, las dos décadas posteriores a su autonomía estuvieron repletas de conflictos armados, guerras y golpes de estado militares. La instauración de la democracia, en 1991, trajo un periodo de relativa calma, con un lento progreso económico que continúa hasta hoy día. Es además uno de los países más poblados del mundo, con una concentración de población enorme, sobre todo en determinadas zonas, que incide en su umbral de pobreza. Y es que no es fácil sobrevivir en Bangladesh, que es también conocido, por desgracia, como uno de los lugares donde más fábricas textiles hay, incluyendo aquellas donde trabajan menores de edad.
El trabajo casi de explotación que sufren los habitantes del país se acentúa en zonas rurales, donde no hay otra forma de sobrevivir. Situaciones que, desde nuestro punto de vista occidental, pueden parecer imposibles, o altamente inapropiadas, pero que es la vida habitual en aquellas regiones. Por eso no es tan descabellado saber que en Bangladesh se encuentra el mayor prostíbulo del mundo, una pequeña ciudad llamada Daulatdia. A apenas cien kilómetros de la capital, Daca, esta población es famosa por auspiciar a más de 1.500 prostitutas, algunas de ellas incluso menores de edad. En Bangladesh esto se ve como algo normal, incluso por parte de las propias prostitutas, que dan servicio a miles de clientes cada día, la mayoría locales, aunque también extranjeros. Las chicas necesitan este trabajo para sobrevivir, y ni siquiera se plantean si está bien o mal lo que hacen desde un punto de vista “moral”. Solo intentan salir adelante y llevar algo de comida y dinero a sus hogares, siendo esta actividad la principal en la ciudad. Esta es la cruda realidad de Daulatdia, el mayor prostíbulo del mundo.
Una ciudad prostíbulo cerca de la capital
Daulatdia es una pequeña ciudad ubicada al oeste de Bangladesh, muy cerca de la frontera con la India. Daca, la capital, está a tan solo 100 kilómetros, aunque es cierto que las carreteras no son las mejores para llegar en poco tiempo a esta ciudad. Quien viene a Daulatdia tiene clara su misión: disfrutar del placer sexual con alguna de las más de 1.500 prostitutas que se dan cita en este lugar. Es uno de los veinte distritos permitidos por el Gobierno para la práctica de la prostitución en el país, uno de las pocas naciones musulmanas que permiten este tipo de trabajos. En Bangladesh, la mayoría de la población es de fe musulmana, pero eso no ha frenado la legalización de un negocio que llevaba ya décadas en funcionamiento en muchas partes del país. De hecho, el prostíbulo de Daulatdia se creó oficialmente en 1988, pero ya venía de mucho antes.
3.000 clientes al día
Se estima que cada día pasan más de 3.000 clientes por esta ciudad-prostíbulo del oeste de Bangladesh. La inmensa mayoría de las personas que ejercen la prostitución son mujeres, y por el contrario, todos los clientes son varones. Ellos pagan entre 0,70 y 12 dólares por el sexo con las chicas, a veces incluso sin protección, dependiendo de la cantidad que se pague. En Daulatdia hay más de 1.500 mujeres trabajando como prostitutas a tiempo completo, realizando de media un par de servicios al día. En la práctica son más, porque no todas las chicas trabajando todos los días. No es el único burdel gigante que hay en Bangladesh, pero sí el más conocido, ya que esta ciudad vive literalmente de la prostitución, y es algo que hoy por hoy ya se ha convertido en una tradición para muchas chicas.
Las propias prostitutas aseguran que lo hacen por amor, pero no de la manera en la que lo entenderíamos por aquí. El amor por su familia, por sus seres queridos, las mueve a llevar a cabo estos servicios de esa manera, entregándose a los hombres por unos pocos dólares al día. No hay industria, el campo está cada vez peor y los servicios son prácticamente inexistentes. No hay mucha alternativa para las mujeres en Daulatdia que hacerse prostitutas, y muchas de ellas lo hacen incluso siendo menores de edad. Este es uno de los puntos más conflictivos con respecto a la existencia de esta ciudad prostíbulo. El gobierno de Bangladesh impone la edad mínima para poder prostituirse en 18 años, pero solo hay que dar una vuelta por las calles de Daca para saber que muchas chicas incumplen esa norma.
La prostitución, permitida en Bangladesh
Una de las cosas que más llama la atención a la hora de analizar el caso de Daulatdia es que en un país como Bangladesh la prostitución sea legal y esté medianamente regularizada. El Gobierno, allá por finales de los 80, decidió dar el paso en un intento por normalizar la situación que ya se venía dando en muchas zonas del país. La ciudad del oeste era, sin duda alguna, uno de estos centros neurálgicos donde las prostitutas ya campaban en ese momento a sus anchas. El intento tuvo cierto eco, pero años más tarde, la situación no ha mejorado precisamente. Las prostitutas no tienen derechos reales, y la mayoría de ellas, por desgracia, siguen viviendo en el umbral de la pobreza, sobreviviendo más bien a duras penas. Bangladesh no ha trabajado realmente por incluir a estas mujeres en su mercado laboral.
Y es que siguen estando muy estigmatizadas, en esa hipocresía clásica que siempre acompaña a este trabajo. Las prostitutas son señaladas como mujeres de mala vida por toda la sociedad, pero luego, esa misma sociedad necesita de sus servicios, o al menos una parte de ella. Si la prostitución realmente fuese tan negativa, ¿no habría terminado ya en todo el mundo? Siempre habrá demanda de sexo a cambio de dinero, incluso en países como Bangladesh, de mayoría musulmana. De hecho, es una de las pocas naciones con esta religión que permite el intercambio sexual de forma oficial. Desde luego, hay voces en contra de esta situación, tanto entre los más conservadores como entre muchas mujeres que denuncian la situación precaria y abusiva que viven las chicas de Daulatdia.
Una realidad compleja
Ser prostituta en esta ciudad burdel no es precisamente el trabajo soñado de ninguna de esas chicas. Sin embargo, es la única realidad que conocen y en muchos casos, la única a la que pueden aferrarse. Como un mal menor, porque cuando el hambre aprieta, la moral queda en un segundo plano. La situación es abusiva y desde luego que debería cambiar pero, ¿hacia dónde? ¿Tiene el gobierno de Bangladesh potestad y sobre todo medios para conseguir que estas prostitutas dejen este trabajo y lo cambien por un oficio más estable? En estos momentos, eso es una auténtica utopía, así que no parece que haya una salida verdaderamente positiva para estas mujeres, al menos por ahora.