El Antiguo Egipto es, sin lugar a dudas, una de las civilizaciones más fascinantes que han poblado nuestro planeta. Surgida hace más de seis mil años, también es una de las más antiguas, y tuvo un desarrollo brutal a lo largo de varios milenios. Ha sido, de hecho, uno de los imperios que más tiempo ha estado en vigencia, al menos de los que tenemos constancia. El arte, la astronomía, la cultural y la religión vivieron grandes avances gracias a esta cultura, que se extendía por buena parte del noreste de África, especialmente en torno al río Nilo. Como pasaba también en Asia como el Eúfrates o el Tigris, las primeras ciudades se colocaron en torno a estos caudales de agua, que facilitaban mucho el regadío de las cosechas. Es el punto de inflexión para la Humanidad, cuando el hombre se vuelve sedentario para poder plantar comida y criar animales, y se crean los primeros sistemas de escritura.
La historia del Antiguo Egipto nos ha llegado prácticamente completa gracias a las crónicas de la época, y a los restos encontrados en el país. Muchos de ellos fueron expoliados por el Gobierno Británico durante varias décadas, a finales del siglo XIX y principios del XX. Sin embargo, Egipto ha sabido reconstruir su historia a través de esos fragmentos, y también de los escritos de los extranjeros. La mayoría de ellos son autores grecolatinos que obviamente, no vivieron de lleno la época de esplendor del Reino de Egipto. Por lo tanto, sus historias son normalmente algo tergiversadas, al no tener una referencia directa. Esto hace que, en muchas cuestiones, la historia egipcia se haya visto manipulada por lo que otros autores muy posteriores escribieron sobre ella. Todavía hoy, los historiadores y egiptólogos trabajan para poder completar ese inmenso puzle de miles de años de historia que fue el Reino de Egipto en la Antigüedad. Un reino avanzado en muchas cuestiones, pero algo más conservador en otras tantas, como el sexo. Esto se denota, por ejemplo, en la comparación con civilizaciones posteriores como la romana o la griega. El recato de los antiguos egipcios era mucho mayor, y apenas se hablaba del tema sexual… mucho menos de la prostitución.
Una civilización fascinante
No es casualidad que a día de hoy, todavía muchos historiadores y arqueólogos a lo largo y ancho del planeta sigan fascinados por el Antiguo Egipto. Es una de las primeras grandes civilizaciones que conocemos, y fue una de las que más logró avanzar, gracias también a extenderse durante muchos siglos. La arquitectura de los egipcios, con las pirámides como símbolos destacados, han llenado las fantasías de los amantes de la historia y las conspiraciones. ¿Cómo fueron capaces de crear estructuras tan complejas y perfectas? ¿Cómo desarrollaron sistemas de escritura y representación tan avanzados? Sin lugar a dudas, la civilización egipcia logró dar un salto cualitativo para nuestra especie.
La ciencia, las matemáticas, la construcción, incluso las artes avanzaron de una manera significativa, especialmente durante la época de mayor esplendor. En aquellos tiempos, el sexo era un tema relativamente tabú, algo que debía tenerse solo en la intimidad. Sin embargo, como podemos comprobar en muchos legajos, existía la prostitución sagrada, igual que en Sumeria. En los templos dedicados a algunas deidades femeninas, sus sacerdotisas se entregaban al placer como forma de agradecer las ofrendas de los devotos. Lo hacían además como si la propia diosa las estuviera poseyendo, en una especie de ritual mágico sexual que servía para atraer la buena suerte y las bendiciones. Se habla incluso que el propio faraón Keops obligó a su hija a prostituirse para conseguir los fondos necesarios para crear su gran pirámide, una muestra de su absoluta crueldad. Pero hay mucho más en torno a la prostitución en el antiguo Egipto.
La prostitución, bastante normalizada
Como sucedía en muchas otras culturas, anteriores y también posteriores, la prostitución era aceptada en Egipto, aunque tampoco aplaudida. Digamos que la situación era de una normalización forzosa, conociendo los beneficios que tenía el poder desatar los hombres sus deseos con estas mujeres. Igual que griegos y romanos, los egipcios sabían que allí donde había una gran cantidad de hombres debía haber un prostíbulo. Por supuesto, no eran casas de citas a la vista de todos, sino más bien tabernas que funcionaban clandestinamente como burdeles. Las casas de cerveza, lugares de reunión habitual para muchos hombres, tenían esta función en muchos casos. Allí, las camareras y las prostitutas se confundían, y cualquiera podía pagarse un buen servicio, después de emborracharse por completo, o viceversa.
Al ser un tema del que no se solía hablar en público, las referencias que tenemos suelen ser posteriores. Gente como Herodoto, el famoso historiador griego, que cuenta hechos supuestamente acaecidos en torno a la prostitución en el Antiguo Egipto. También se conservan algunos papiros con imágenes y viñetas que hacen referencia, de forma más o menos explícita, a este oficio. Uno de los más importantes es el Papiro de Turín, donde se incluyen doce dibujos directamente pornográficos en los que se ve a estas mujeres teniendo sexo con hombres. Las prostitutas están representadas como mujeres con peluca, maquillaje y otros accesorios que hablan de la sensualidad, como flores e incluso instrumentos musicales. La relación entre el arte, la cultura y la prostitución hacen pensar que estas mujeres eran cultas y tenían habilidades más allá del propio sexo, como ocurría como las prostitutas griegas.
El sesgo religioso la hizo desaparecer
¿Qué ocurrió entonces con la prostitución en el Antiguo Egipto? Se habla de ciudades como Menfís, que eran casi como Las Vegas de su tiempo, donde los placeres siempre eran satisfechos. También de lugares donde estas prostitutas se reunían para llevar a cabo orgías, aunque estas historias son algo menos creíbles. El caso es que, como la propia civilización, la prostitución en el Antiguo Egipto fue menguando, y p asando a convertirse en algo más marginal. Desaparecieron los templos de las deidades y con ellos, la prostitución sagrada. Sin embargo, se conservan ciertos legajos que muestran a mujeres prostitutas siempre tatuadas, en honor al dios Bes. Es como un rasgo característico que siguió uniendo a este oficio con las divinidades, en este caso con el dios del placer sexual, el más adecuado.
El Antiguo Egipto desapareció, conquistado por numerosos pueblos. Tras griegos y romanos llegaron los musulmanes, que se hicieron con el control del territorio durante muchos años. También hubo una época colonial bajo control británico. Actualmente, Egipto vive convulsionado por las protestas y bajo un régimen semidictatorial desde 2014. La parte más integrista de la religión islámica se está volviendo a imponer, y eso provoca que se persiga mucha más todo lo que tenga que ver con el sexo, al ser pecado. El sesgo religioso musulmán ha prohibido incluso espectáculos tan típicos como la danza del vientre, por su contenido poco moralista. De esta manera, la situación para las prostitutas que todavía trabajan en el país se hace cada vez más compleja, y muchas incluso han tenido que exiliarse para no ser perseguidas.